viernes, 26 de agosto de 2011
domingo, 21 de agosto de 2011
Esto
Esto o lo he leído por ahí o me lo han contado:
El problema de esa chica podría achacarse a primera vista más al aburrimiento que a la tristeza. Aunque muchas veces el aburrimiento es muy triste y la tristeza aburre horrores.Y así es imposible saber a qué se deben ciertas conductas humanas. Eso es lo que le pasaba a ella. Por aburrimiento o por tristeza, siempre que se quedaba sola, ella de manera súbita no paraba de masturbarse y no paraba de comer. Lo primero con apetencia, una apetencia insaciable, preocupante, inquietante, tanto que al final se veía privada del más mínimo placer y el deleite que el sexo debe producir. Lo del apetito era más claramente fruto del aburrimiento, y el efecto de muchas horas de sofá y tele juntos. Comía sin hambre y al final se encontraba con esa sensación de pesadez en el estómago tan molesta. Un fastidio.
Esta última vez mantuvo a raya la comida, pero lo compensó con doble ración de sexo. Mucho más de lo normal para ella, que ya es mucho. Decidió que ya estaba bien, que se adecentaría después de un verano de cola de caballo y duchas alternas, ropa de estar por casa y el mínimo cuidado personal y se iría al cine. Entre tanto cine palomitero de agosto quizás podía encontrar algo decente. Con esta salida, esperaba cortar esa racha de autocomplacencia. Mientras se llenaba la bañera, al limpiarse observó que todavía seguía muy húmeda, los dedos se le hundían una y otra vez. Observó esto con sorpresa y admiración fisiológica habida cuenta del rato pasado desde la última vez que se masturbó. Se dio un largo baño, se secó el pelo, se depiló las cejas, se puso un vestido que encontró colgado en el baño y pensó que ya lo echaría a lavar mañana y salió a la calle. Como quien deja atrás mucho más que simplemente una casa. Todo un lastre.
La chica triste y aburrida llegó muy temprano para Midnight in Paris, así que compró entrada para la que acababa de empezar, esa con Ewan Mcgregor que tanto le gustaba. La chica triste vio una película sobre personas tristes y mientras pensó en el e-mail que le iba a mandar a su novio y pensó que esa frase de "No siento lo que debería sentir por ti" era muy adecuada para terminar una relación. Quizá pecara de demasiado correcta pero aún así la iba a memorizar, por si acaso.
La chica triste que había visto una película sobre gente triste, salió triste del cine. Se recordó a sí misma al salir que no tenía por qué acelerarse, que podía pasear hasta casa. Era improbable que se encontrara con algún conocido que la viera sola y se viera obligada a justificar por qué iba sola. Podía permitirse el lujo de volver tranquilamente a casa. Empezó a caminar por callejuelas donde vio graffitis que le llamaron la atención y bares de encuentro de personas mayores, que la desconcertaron mucho, sin saber qué opinaba ni qué sentía, no más allá de perturbación y desconcierto. Y quiso llegar pronto a casa.
Cuando llegó se preparó pescado a la plancha y un tomate picado con sal. Puso la tele.
Belén Esteban seguía veraneando en Benidorm.
El problema de esa chica podría achacarse a primera vista más al aburrimiento que a la tristeza. Aunque muchas veces el aburrimiento es muy triste y la tristeza aburre horrores.Y así es imposible saber a qué se deben ciertas conductas humanas. Eso es lo que le pasaba a ella. Por aburrimiento o por tristeza, siempre que se quedaba sola, ella de manera súbita no paraba de masturbarse y no paraba de comer. Lo primero con apetencia, una apetencia insaciable, preocupante, inquietante, tanto que al final se veía privada del más mínimo placer y el deleite que el sexo debe producir. Lo del apetito era más claramente fruto del aburrimiento, y el efecto de muchas horas de sofá y tele juntos. Comía sin hambre y al final se encontraba con esa sensación de pesadez en el estómago tan molesta. Un fastidio.
Esta última vez mantuvo a raya la comida, pero lo compensó con doble ración de sexo. Mucho más de lo normal para ella, que ya es mucho. Decidió que ya estaba bien, que se adecentaría después de un verano de cola de caballo y duchas alternas, ropa de estar por casa y el mínimo cuidado personal y se iría al cine. Entre tanto cine palomitero de agosto quizás podía encontrar algo decente. Con esta salida, esperaba cortar esa racha de autocomplacencia. Mientras se llenaba la bañera, al limpiarse observó que todavía seguía muy húmeda, los dedos se le hundían una y otra vez. Observó esto con sorpresa y admiración fisiológica habida cuenta del rato pasado desde la última vez que se masturbó. Se dio un largo baño, se secó el pelo, se depiló las cejas, se puso un vestido que encontró colgado en el baño y pensó que ya lo echaría a lavar mañana y salió a la calle. Como quien deja atrás mucho más que simplemente una casa. Todo un lastre.
La chica triste y aburrida llegó muy temprano para Midnight in Paris, así que compró entrada para la que acababa de empezar, esa con Ewan Mcgregor que tanto le gustaba. La chica triste vio una película sobre personas tristes y mientras pensó en el e-mail que le iba a mandar a su novio y pensó que esa frase de "No siento lo que debería sentir por ti" era muy adecuada para terminar una relación. Quizá pecara de demasiado correcta pero aún así la iba a memorizar, por si acaso.
La chica triste que había visto una película sobre gente triste, salió triste del cine. Se recordó a sí misma al salir que no tenía por qué acelerarse, que podía pasear hasta casa. Era improbable que se encontrara con algún conocido que la viera sola y se viera obligada a justificar por qué iba sola. Podía permitirse el lujo de volver tranquilamente a casa. Empezó a caminar por callejuelas donde vio graffitis que le llamaron la atención y bares de encuentro de personas mayores, que la desconcertaron mucho, sin saber qué opinaba ni qué sentía, no más allá de perturbación y desconcierto. Y quiso llegar pronto a casa.
Cuando llegó se preparó pescado a la plancha y un tomate picado con sal. Puso la tele.
Belén Esteban seguía veraneando en Benidorm.
Series, restos y desperdicios
XI.- Mi sobrina Paula mientras mientras ve los Simpsons:
"¿Qué le pasa al padre de su hijo?"
O cómo el lenguaje refleja lo que es importante para nosotros.
"¿Qué le pasa al padre de su hijo?"
O cómo el lenguaje refleja lo que es importante para nosotros.
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