Se pasó por mi pueblo cuando yo era chica. No recuerdo su cara. Total...Pero se llamaba José Antonio, porque entonces yo iba a misa y lo nombraban siempre. Que me pregunten ahora...Pero recuerdo que debía ser primera hora de la tarde, y que él andaba paseando por las calles. Le estarían enseñando mi pueblo, lo que no alcanza a cubrir más de media hora, por otra parte, y sin que venga al caso el dato. Iba rodeado por un séquito exacto a las primeras bancas de la iglesia. Cara por cara. Misa diaria.
Y se ve que me tuvo que preguntar algo así como: "¿estás comiendo la merendilla?" (así se dice la merienda de las 6pm en mi pueblo, ¿algún problema????) Y yo, colmada de lógica y madurez para una niña al límite de la adolescencia más pava del mundo, como fue la mía, le dije, porque de eso sí que me acuerdo: "ya solo me queda este trocito de pan". Y las mu tontas soltaron unas risitas idiotas. Y yo me quedé avergonzada, avergonzada como si hubiera dicho algo mal, porque no entendía a cuento de qué esas risitas.
La tontuna ésta me ha acompañado hasta el día de hoy, como un recuerdo que te incomoda y del que no puedes deshacerte. Ahora, como me quiero apuntar un tanto, voy a releer la historieta como que ni antes ni ahora agunto a los pelotas.
Pero mi pueblo se ha vengado por mi, a su manera.
Me cuentan que ha vuelto a ir.
Otro vicario de Dios, claro.
Y se planta en la Residencia de ancianos. En el salón de la tele. Y cuando se fue a acercar a algunos, eligió no mal, fatal, pero muy fatal. El, como acto reflejo, instintivo, inconsciente, alargó su mano para que una viejecita le besará el anillorro ese. Sin que el Espiritu Santo le insuflara en forma de paloma que se posa encima de la calvorota, el conocimento o la más liviana intución de que aquella mujer NO. Porque esa pobre mujer se lo come todo, todo de verdad. No puede evitarlo. Esa es su vejez. Entonces, claro, ella no quería besar nada, ella quería arrancarle el anillo y comérselo. Y allá que fue, tirón tras tirón del dedo. El sr. obispo no sabía qué estaba pasando. Pero date, que la señora rato antes y a hurtadillas se había comido unos cuantos cigarros birlados a uno de los ancianos. Y parace que son de digestión difícil, el tabaco negro al menos. Así que a la que le intentaba arrancar el anillo, comenzó a vomitar el tabaco por la nariz y por la boca...
Jo, llamadme lo que os de la gana, pero es que la imagen no tiene precio.
Las trabajadoras consiguen deshacer la escena como pueden, llevándose a la pobre mujer y disculpándose, cuando otra mujer entra en acción:
-niño, niño
- ¿sí?
y se acerca a ella
-qué hijo de la gran puta eres
Lo que les dice a todos. Ni más ni menos. Y sin animadversión ninguna.
No sabemos si volverá. Este obispo, yo personalmente lo dudo. Los venideros, pues vete tú a saber. Si el actual deja informe porque se lo manda el protocolo eclesiástico, pues...pocas posibilidades tenemos. Total, si las primeras bancas están enflacando hasta límites anoréxicos...a qué vamos???