Me compraría una camiseta para ponérmela en su concierto. Una camiseta negra, claro, de él, claro; con un dibujo en blanco y negro como sus portadas: unas piernas infinitas que aventuran una vestimenta ceñida y un cigarrillo en la boca, un corsé listo para ser desabrochado de una mujer lista para darse la vuelta...
Esa camiseta sería la marca, la impronta, el sello de una manera de expresarse y de sentir. Y hay orgullo en ello.
Nos define la música que escuchamos, las películas que vemos, los libros que elegimos. Somos responsables de responder conforme a ello. ¿O estamos siendo unos estafadores?
Si me preguntas si es que hay que ir marcados como animales, te voy a responder que debe ser. Debe ser que esto es tan grande, el mundo digo, y yo, nosotros tan insignificantes, que busco, buscamos de alguna manera el arrope del grupo: la complicidad, el guiño, lazos; siempre es cuestión de tender puentes y crear lazos.
Reafirmarnos, mantenernos erguidos, fuertes. Saber que no estamos equivocados. Puntos de apoyo.
PD: Pedro, cumplidas nuestras obligaciones de parejas, verlo contigo es lo que necesito. Y buscar la barra y hacer el hoyo en ella para la conversación largalargalargalargalargalaaaaaaaaaaarrga que ya nos va tocando.
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