jueves, 16 de diciembre de 2010

Esfúmate

Sabine es una chica joven que veía casi todos los días pidiendo de rodillas con la cabeza gacha en el mismo sitio. Puritico centro. Me fijé en ella por ser yo de natural mirona y por ser ella tan guapa y tan joven.
Y como no debo ocultar lo simple que soy, relacionaba su belleza con su condición de mendiga y hasta casi me irritaba el tema. Como si el que no fuera una deformidad, si no todo lo contrario, la tuviera que salvar de todo mal, y la destinara a fines más nobles en la vida...¿Qué hacía ella tan mona pidiendo?
Luego, como el mundo es chiquito en el fondo, conocí su historia y a ella. Aunque físicamente no reproduce el tipo, Sabine es rumana. No lleva falda ni pañuelo. No es gitana. Su marido toca el acordeón, va con otros dos músicos. Es ese gordito que se pone mucho donde el vecino...Ah, sí. Cuando la conocí, compartían un piso en el Realejo con no se cuántas personas más. La dueña, que sí reproduce el tipo granaíno de propietaria de todo el inmueble, cuando va a cobrarles se queda a tomar un café con ellos. Son los únicos de todo el edificio que pagan puntualmente. Son los únicos rumanos también.
Ella si tiene suerte limpia casas o lo que sea. Si no, pide dinero en la calle. Si la dejan...
El otro día, se encontró con un hombre fortachón y grande en el sitio donde ella siempre se pone. Todos sabemos que la costumbre da derechos de posesión sobre tu metro cuadrado de calle. Sabine le preguntó cuándo se iba a ir él para que ella pudiera ponerse. El hombre grande se levantó enfadado y volvió con un policía. A partir de ahí, Sabine no puede contar palabra por palabra qué estaba pasando. El poli la increpaba y le decía algo que empezaba por e... que ella no recuerda ahora y que tampoco entendía entonces. Los gestos hacían el resto.
Sabine tuvo que irse. El policía se fue también y dejaron al hombre grande pediendo dinero.
El hombre grande era español.

Antes de conocer a Sabine, solo daba alguna moneda a los viejos. Por lo triste que es pasar tus últimos días así...ahora tengo los esquemas rotos y con los estereotipos revueltos (menos los de la policía que se empecinan en ser como pensaban que eran)

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