jueves, 28 de junio de 2012

De la culpa


Hace unas pocas nochas tuve una conversación con 2 mujeres y 1 hombre. Una conversación y una caña antes de irnos a dormir. Ellas tendrían mi edad. El también. Solo había una persona con hijos, una de las mujeres. El tema la maternidad/paternidad o por qué te planteas tener un hijo o no tenerlo. Dichos varios pros y contras intrascendentales por usuales, todos convinieron espontáneamente en que el mayor motivo, claro, es dejar tu huella en el mundo. Y todos asintieron y zanjaron el tema rápidamente, sin necesidad casi de mencionar nada más, porque lo daban por válido y universal, sin atisbo de duda alguno.
Y yo me quedé muerta. Y después de muerta empecé a marearme según mis amigos iban asintiendo.
Como soy lenta, muy lenta, solo ahora puedo razonar mal apenas lo que entonces solo atiné a sentir: me parece prepotente, atroz, casi megalómano.Y no porque ellos sean todo eso. Al revés, que son humildes y conocedores de sus pobres miserias. Pero es que yo pienso (es decir siento) justo lo contrario. Justo al revés. Por eso jamás en la vida se me ha pasado por la cabeza semejante idea. Ni sabía que existiera.
Yo, que necesitaría empezar a vivir dos veces de nuevo para enmendar la plana hasta el día de hoy.
Luego después, si eso, ya hablamos.


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