martes, 15 de noviembre de 2011

Querencia

Me enteré en su momento. El mismo día que pasó, busqué y busqué y nadie parecía explicarlo bien. Justo para que pienses que él también se había suicidado, como su amigo. Y reescuchas esta entrevista que es un reflejo de tu vida soñada. Esos amigos desde maternal, que se van haciendo juntos y así van coincidiendo sus intereses, todo va confluyendo, porque van descubriendo la vida de a poquito y a la vez. Y veo, reveo a Félix Romeo y me lo imagino en su piso de estudiantes, y luego trabajadores y siempre lectores y escritores. Tan un poquito frikis, tan un mucho adorables, tan ositos.
Cuando escuchas la historia de ese amigo suyo, que se suicidó porque se convirtió en un corazón que no entendía y eso, es sabido, puede fácilmente devenir en suicidio. Almas sensibles ojo al dato; los demás se libran. Qué alivio.Entonces por empatía, por simpatía, por prolongación, por mímesis, por querencia, piensas que otro final igual cuadraría en su vida.
Félix Romeo, el placer de la lectura, no se suicidó. ¿Algo de corazón, quizás?. Corazón castigado.
Poco después me enteré que eran días negros: Vic Chesnutt no se había muerto de una enfermedad que bien lo podía haber matado. Optó por matarse él. Y eso me mató a mi. No vi romanticismo en su muerte. Vi una puta derrota. Y luego pensé, que quién mierda soy yo para juzgar la voluntad de los demás. Como si hubiera suicidios y suicidios, suicidios bien - suicidios mal, suicidios para pobres - suicidos para ricos, suicidios cool - suicidios out...pero parece que sí, que los hay. En esta mente al menos.

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