domingo, 6 de febrero de 2011

Limbo

En todas las guerras en las que entramos, o salimos muertos o salimos vivos. De cualquier manera, se puede seguir hacia adelante. Si muerto, debemos dejar los muertos bien muertos. Pasados de muertos, oliendo a podrido. Esa es la única manera de seguir en paz: cuando no queda resquicio de vida, duda de nada, nada que te haga volver la cabeza atrás. Porque te vas con todo resuelto, con una muerte entera.
A veces, muchas veces, casi siempre, para morir se necesita ayuda. Porque en la mayoría de las guerras en las que participamos, los cadávares somos nosotros.

Cuántas tonterías digo: para morir solo se necesita que me mates y que me muera.

Y posdata: cualquier parecido con la realidad es mitad fantasía.

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