jueves, 6 de octubre de 2011

Espejos cóncavos

Hace ya tiempo que conocí casualmente a Pilar. Seguro que coincidimos en que no hay mejor espectáculo que el ser humano. Cada persona es un pozo sin fondo donde zambullirte con el aliciente de que nunca vas a llegar al final. Espectáculo vivo.
Pilar tiene el nombre que se merece. Y seguro que sus hermanas tienen nombres similares. Alguna Marta, quizás la pequeña. ¿Ana la otra?. Nombres que puestos debajo unos de otros forman una figura perfecta, sin fisuras ni salientes. Sin estridencias. Palabras llanas sin acento. Nombres planos, de dos sílabas. La perfección del dos: el equilibrio. Eso es lo que refleja Pilar.
Me he encontrado con más de una y de dos Pilares por ahí. Me atraen tanto como me repelen. Me las puedo imaginar en su época de colegio y luego de Instituto. Esas niñas modosas, correctas, que nunca hicieron rabona, ni fueron motivo de escándalo o cotilleo. Con su pelo lacio natural, castaño medio.Con el tiempo, ahora a sus treinta y pocos que aparenta, quizá se de una mechas muy suaves a penas percetibles. Su piel correcta. Su voz que nunca se levanta, ni se mancha de palabras soeces, porque ya viene genéticamente así definida. Viste como ya puedes preveer: colores lisos, sin estampados, ni brillos. Nada de escotes, ni nada a la última. Su ropa de ahora es la misma de siempre.
Su vida ha sido recta, una carretera bien asfaltada de un solo carril. Donde no se pudo correr mucho, pero no había curvas ni baches. Estudios de corrido, con alguna asignatura que se atascó y dió la lata un verano, si acaso. Un novio solo, que conoció en tercero de carrera, con el que no tuvo ningún problema de novios. Se casaron cuando consiguieron trabajo y pudieron dar la entrada para el piso. No parece que se vayan a divorciar. Él parece lo que es: un profesor de instituto, que lleva barba de profesor de instituto, que no es como el resto de las barbas. Pantalones chinos de profesor de instituto y botas de montaña.
Pilar tiene tres niñas rubias, bonitas y parecidas entre sí. Está al día de todo lo que tiene que ver con sus hijas: sus estudios, las reuniones con el Ampa, con el tutor, llevarlas a las clases extra escolares...Nunca pierde una reunión y es la persona a la que tienes que preguntar de qué se habló.
Y todo esto con sus vaqueros que no son sexies y su rebeca de punto beige. Mientras ella habla con su voz modulada y sus frases perfectas, yo no la estoy escuchando. Estoy pensando en ella. En por qué me atrae tanto como la rechazo. Y es por lo mismo. Envidio esa vida fácil, de una sola vía. Parece un refugio para el alma y para el corazón. Aún cuando sé que no es lo que quiero para mi. Ni para lo que valgo, si hasta me parece casposa la idea. Pero no dejo de sentir atracción hacia ella, y en ocasiones hasta deseo su suerte para no perderme más.
Otras veces como ayer, que me la encontré de camino al cole con sus niñas, su vida plana e impoluta me daban una bofetada en la cara.
Aproveché el cambio del semáforo para perderla de vista.

2 comentarios:

  1. Curra, te tengo que decir que no puedo estar más en desacuerdo contigo por esta vez. Es la única entrada de tu blog en la que creo q estoy leyendo algo "real" pero a mi me resulta de lo más virtual. omites que Pilar tiene la vida plana y lineal que pueda tener la madre de una hija autista. Que es una madre realista, luchadora y a veces triste. Como conozco esa realidad omitida, tu blog me parece por primera vez fríbolo, con su fondo escuro y su letra blanca. ;( zorry.

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  2. todo lo que escribo es real, a mi manera. lo que digo de ella es lo que me parece, omito muchas cosas en este comentario y siempre. que las omita no es que las desmienta. una cosa no quita la otra. cada cual escribe de lo que más le llama la atención

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