Había hecho la prueba que nunca me falla y que utilizo para todo: ropa, zapatos, caprichos todos...: dejo pasar un par de días, y si sigo pensando en ello, lo compro (...) Bueno, a ver, lo compro si puedo. En concreto, ahora ese oscuro objeto de deseo es la muñeca de la que hablé más abajo (falta el hipervínculo que a ver si aprendo a hacerlo ahora después). Como presumía yo muy astuta que no iba a ser del todo asequible, la íbamos a comprar a medias mi Carmen y yo. Y constaría como su regalo de mi cumple. Somos unas gitanas las dos. Porque se me olvidó mencionar más arriba: la prueba estaba más que superada. Quería la muñeca.
...
Hoy he ido a la tienda: me atiende una tipa morena super estilosa vistiendo, como salida de una boutique con clase de 20 metros cuadrados, con cada prenda por no menos de 4 cifras; y encima granadina y simpática (qué cosas pasan a veces...) La chica me hace una presentación tan ostentosa de la muñeca que yo ya me temo lo peor:
no es una muñeca, es una virgen, una dolorosa, técnica de papiloqueseaquenorecuerdo, de la escuela de Gerona, en madera policromada, con unos pies preciosos (lo eran, doy fe), cara de lo que era, la verdad y bla, bla, bla....que los modistas de vírgenes (lo flipas, si yo hubiera sabido que esa profesión existe, me la hubiera pedido) nos la quieren quitar de las manos para vestirla, pero a nosotros nos gusta....
Y 1500 ebros
¡¡¡Toma!!!
Y lo del mocho lo digo en serio. Luego, claro, nos juntamos en casa, le cantamos, le bailamos, la sacamos en procesión, jugamos con ella (...no, eso no), le podéis hacer vestiditos como hacíamos cuando éramos chicos, se los traéis y se los ponemos...
¿Bien, no? Ya me vais diciendo.
Me he enrollado mucho para contar tan poco, ¿verdad? Es que estoy muy cabreada
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