Tengo sabido que es innato. Y admitido que es de las cosas que más envidio. La elegancia. La elegancia en la pose, en el gesto, ésa, la natural. Además en el caso de Irantzu Valencia, su elegancia resiste el embiste de las heridas, de la gente que no se salva y cruza la línea. Y la ves cantándote tristezas sin perder un ápice de belleza.
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