martes, 28 de agosto de 2012

Hacer el paseíllo

Yo no me voy a casar. Tampoco quiero. Podría alegar muchos motivos, pero me vais a disculpar. Normalmente lo he simplificado gráficamente como que sería literalmente incapaz de hacer el paseíllo, el que va desde que entras en la iglesia (o sales de tu casa, que en los pueblos tiene más guasa la cosa) hasta que te frena el futurible, su madre que hace de madrina y el cura que está en medio y en lo alto. Me MUERO DE LA VERGÜENZA,  sin exagerar nada de nada. Toda la gente mirando y tú ahí en medio, caminando segura, sonriente, como si fueras guapa y feliz y segura y...terrible.
Además, yo tengo satanizado el concepto "hacer el paseíllo", es ineludiblemente un mal presagio, un pájaro de mal agüero. Si no, dime tú los ejemplos de hacer el paseíllo que conoces:
1.- el paseíllo que hacen los toreros antes de clavársela al toro. Happy ending, eh?
2.- el paseíllo que se hace a las taitantas de la noche encachonado por la espalda y hasta luego lucas o de camino a la silla eléctrica o la soga esa. ¿Es que tú no has visto Bailar en la oscuridad?. So...happy ending too.
Pero a ver, que yo no digo que tú no lo hagas, que yo voy a todas las bodas que me invitan. Lo que digo, es que yo no me voy a casar. Pero eso es porque yo soy yo. Si yo no fuera yo, sino que fuera otra...esa otra seguro que se quiere casar...Entonces, ya transmutada en la otra, he tenido una idea brillante para aliviar lo del paseíllo:
A la que entro por la iglesia (sobreentiéndase también juzgado, pero con pasillo largo para que de tiempo) se oye por megafonía esta canción y yo que arranco a bailar:

¿No me digas que no es una risa? Yo bailando sin remisión, pero no sola, no. A ver, ¿qué amigos bailongos tengo yo? Pedro. Joer, Pedro, qué suerte tienes. Y Eugenio, que es bailarín profesional y se casa el año que viene y yo soy la madrina (ARGHHHHHHHHHHHHH¡¡¡¡ eso es que estoy contenta, tanto que cada vez que lo pienso me puntos suspensivos de gusto (no puedo decirlo porque ya sabéis que me he propuesto ser elegante), pero ellos Eugenio y Manuel se van a poner el Orfeo Negro, porque ellos son más finos. Pero yo soy más Belle and Sebastian, pero mucho. Soy una niña Belle and Sebastian total, de esas que ellos pintan en sus camisetas del merchandising y que yo me compré una. Tanto que cuando me la pongo me parezco a esas muñecas rusas con forma de botella que abres una y hay otra; que se llaman matruskas o así. Tú sabes...
Pues eso, que va a ser una risa total, nosotros bailando, la gente tocando las palmas y moviendo el culito en sus bancas, el futurible, con cara de tripas corazón pero muerto de la vergüenza, pensando si lo sé no me casó y yo contestándole, si ya te lo dije...una risa.

Bueno, como al final yo soy yo y no me voy a casar, dejo aquí mi buena idea libre de impuestos y derechos de autor para quien la quiera usar.
Invitadme a la boda, ¿eh?.


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